La presencia en diferentes mercados supone un notable incremento de sus clientes potenciales, lo que derivará en una mayor facturación, independientemente de la presión competitiva que exista en el entorno geográfico inicial. Con ello, la empresa diversifica el riesgo, ya que reduce su dependencia del mercado interno para poder facturar.
Además, en el mercado global actual, las empresas deben competir con nuevo oferentes dentro de su sector. Una ampliación del mercado, a través de la presencia internacional, hace que se reduzca el riesgo de la pérdida de ventas.
Otra de las oportunidades con las que cuentan las empresas con presencia internacional, es la explotación de productos o servicios que ya no son tan demandados en el mercado interno, bien sea por la saturación o por el desarrollo de los mismos. La oportunidad de explorar mercados donde los avances no son tan rápidos, permite alargar el ciclo de vida del producto, ya que aún tienen cabida.
Una consecuencia lógica de trabajar en diferentes mercados geográficos, es el aumento de la demanda, lo que le permitirá aplicar economías de escala, reduciendo así los costes de producción.